Tener una infección intestinal no es “simplemente tener diarrea unos días”. La mayoría de estas infecciones son ocasionadas por virus o bacterias que estimulan nuestro sistema de defensas de una manera exagerada o lo confunden, y por tanto originan respuestas en otras partes del cuerpo dejando consecuencias en muchas ocasiones devastadoras.
Si te interesa disminuir la posibilidad de caer en la cuenta de las intoxicaciones alimentarias, entonces lee este artículo y actúa.
¿Por qué se dice que pueden generar consecuencias en todo nuestro cuerpo?
Registros clínicos importantes han sido aportados por países del primer mundo demostrando que después de tener una infección intestinal por ciertos gérmenes, es usual presentar enfermedades como colon irritable, aneurismas en la aorta (una arteria enorme y principal en nuestro cuerpo), colitis ulcerativa (una inflamación crónica del intestino que le produce úlceras enormes), artritis reactiva (inflamación de las articulaciones de las extremidades), síndrome hemolítico urémico (mis defensas destruyen contenidos de la sangre y el riñón), síndrome Guillain Barré (mis defensas inflaman mis nervios y quedan sin fuerza los músculos).
¿Cómo entran a mi cuerpo?
Ingresan a nuestro cuerpo por la boca sin duda alguna. Como verás a continuación son los alimentos más usados los que más contaminados están.
¿Cómo se llaman y donde están esas bacterias principalmente?
Hay algunos nombres famosos aquí, como Escherichia coli, Salmonella, Shigella, Clostridium difficile, Campylobacter, Yersinia spp, Enterococos, Toxoplasma, todas ellas originadas principalmente en los intestinos de mamíferos o aves que se auto contaminan con su propios desechos, cosa que no sucede con las plantas a no ser que sean abonadas con materia fecal. Por ejemplo en Estados Unidos el 90% de la carne de pollo y ternera están contaminados por Enterococcus faecalis y otras bacterias de la materia fecal.
También los estudios demuestran que la Salmonella está presente en la mayoría de huevos de gallina y persiste en ellos aunque se fríen o se cocinen, pudiendo entrar al cuerpo y generar desde problemas en la sangre y la médula ósea hasta relacionarse con aneurismas en la aorta. Ni que decir del cerdo con Toxoplasma (enfermedad que usualmente la detectan en las mujeres cuando están en embarazo o tienen sus hijos con alteraciones cerebrales) y la bacteria Yersinia que normalmente no genera más que una diarrea pasajera, pero que deja una huella en el cuerpo que aumenta 47 veces la posibilidad de tener una artritis, así mismo puede aparecer una afección de la tiroides llamada enfermedad de graves, sé que muchos la han escuchado o sufrido. Ni que decir de la famosa Escherichia coli, no solo implicada en infecciones urinarias en las mujeres, sino también en otras enfermedades como el síndrome hemolítico urémico, acabando con nuestra propia hemoglobina, plaquetas y riñones.
¿Cómo una infección en el intestino puede generar todo ese desastre?
Será explicado de forma simple: una vez la bacteria entra en contacto con el intestino, entonces la defensas del cuerpo se enfrentan a dicho germen, logrando luchar en contra de esto pero se pueden presentar dos problemas: uno es que mis defensas están tan activas que no se tomen el tiempo de diferenciar entre estructuras propias de mi cuerpo y las ajenas, destruyendo o que quede a su paso, o por otro lado, que la bacteria sea parecida a algunas partes de mi cuerpo confundiendo a mi “ejército inmune” que destruirá todo lo que se parezca a la bacteria, como sucede en ocasiones con los nervios del cuerpo, o los glóbulos rojos, o el riñón, o el ojo, la médula ósea o las articulaciones, o las arterias, inclusive, el mismo intestino.
¿Qué hacer entonces?
Mejorar nuestro sistema de lavado de las carnes y productos animales, aunque no es que sean muy efectivos. Podemos disminuir el consumo de estos para evitar tanta exposición a estos gérmenes y aumentar la ingesta de productos vegetales. Así mismo debemos incrementar la actividad física para mejorar la eficacia de nuestro sistema de defensas (inmunológico) para defendernos de estas agresiones que nosotros mismo generamos al cuerpo inconsciente o deliberadamente
Bibliografía consulta
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